Caminando
por el Malecón en el centro de Puerto Vallarta, los turistas se pueden
encontrar reunidos mirando hacia arriba un poste alto por encima del Malecón.
Fijan su mirada en 5 hombres en la cima de un poste, girando sin temor hilados
por un pie, hacia la tierra. El rito prehispánico Totonaco de Los Voladores de
Papantla. Originalmente, estas danzas eran realizadas con el fin de pedir a los
dioses, lluvia abundante para que hiciera a la tierra fértil.
Un mito Totonaca dice de una época en que había una gran sequía, y el alimento y el agua escaseó en la tierra. Cinco hombres jóvenes decidieron que debían enviar un mensaje a Xipe Totec, dios de la fertilidad, de modo que las lluvias volvieran y fertilizaran el suelo, así sus cosechas prosperarían otra vez. Entraron en el bosque y buscaron el árbol más alto y más recto.
Un mito Totonaca dice de una época en que había una gran sequía, y el alimento y el agua escaseó en la tierra. Cinco hombres jóvenes decidieron que debían enviar un mensaje a Xipe Totec, dios de la fertilidad, de modo que las lluvias volvieran y fertilizaran el suelo, así sus cosechas prosperarían otra vez. Entraron en el bosque y buscaron el árbol más alto y más recto.
Cuando encontraron el árbol perfecto, permanecieron con él durante la noche, ayunando y rogando para que el árbol les ayudara en su propósito. Bendijeron el árbol, después lo cortaron y lo llevaron al día siguiente a su aldea evitando que tocara la tierra hasta el punto de la localización perfecta para su ritual.
Los hombres pelaron el árbol de sus hojas y ramas, cavaron un agujero para fijarlo verticalmente y después bendijeron el sitio con ofrendas rituales. Los hombres adornaron sus cuerpos con plumas de modo que aparecieran como pájaros a Xipe Totec en la esperanza de atraer la atención del dios a su importante petición. Con cuerdas envueltas alrededor de sus cinturas, se aseguraron al poste e hicieron su súplica al volar con el sonido enervante que emanaba de la flauta y del tambor.
Unos largos listones de
colores se deslizaban por la espalda del danzante, simulando el arcoiris que se
forma después de la lluvia. El resto del tocado está adornado con flores de
diversos tonos, símbolos de la fertilidad de la tierra.
Sostenidos del hombro derecho en dirección diagonal, sobre pecho y espalda penden dos medios círculos de tela o terciopelo rojo que representan las alas de los pájaros; encima de ellos se encuentran figuras de flores, plantas y aves de distintos colores y tamaños, bordadas con lentejuela, que aluden a la primavera; de la parte inferior penden unos flecos dorados que reproducen los rayos del Sol.
En la cintura del volador, por delante y por detrás, nuevamente se aprecian los dos semicírculos con motivos similares a los antes mencionados. El pantalón de tono rojo muestra, a la altura de las pantorrillas, adornos de chaquira y espiguilla; en la parte inferior se aprecian los flecos dorados, rematados por los botines de piel con tacón alto. El empleo del color rojo es considerado como representativo de la sangre de los danzantes muertos y la calidez del astro rey.
Actualmente,
en la celebración acompañada de danzas y música se utiliza un tronco o
"palo volador" donde se ajustan varias piezas: una pequeña base de
madera, una cruz, un pivote (denominado también manzana) que unirá y
posibilitará el giro, y una escalera unida al palo. En los extremos de la cruz
se colocan cuerdas que sujetan a los danzantes voladores simbolizando los
puntos cardinales, norte, sur, este y oeste, más el caporal que representa el
centro.
A más 20 metros en lo alto de la estructura, se sitúa el caporal,
personaje que toca un tambor y una flauta, y coordina el ritual. Cada señal que
el caporal hace es un tipo de acrobacia, en una de ellas cada danzante volador
salta al vacío, sujetado por la cintura, boca abajo y afianzándose con las
piernas y gira 13 veces cada uno de ellos, que multiplicado por los cuatro
voladores da el resultado de 52, ya que este número es el símbolo del ciclo de
52 años del calendario indígena o Xiuhmolpilli. Finaliza cuando los
participantes empiezan a abrir el círculo hasta tocar el suelo.
El 30 de septiembre de 2009 la ceremonia ritual de los Voladores fue
declarada Patrimonio Cultural
Inmaterial de la Humanidad; por la Unesco.
Este riesgoso ritual puede ser observado sobre el Malecón en las tardes. Se
realiza en repetidas ocasiones. No olvides
traer tu cámara y no te pierdas de este show único.
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